Se
conoce desde la prehistoria. La Biblia lo menciona como betún, o como asfalto.
Por ejemplo vemos que en el Génesis, capítulo 11 versículo 3, se dice que el
asfalto se usó para pegar los ladrillos de la torre de Babel; asimismo el
Génesis, capítulo 4 versículo 10, nos describe cómo los reyes de Sodoma y
Gomorra fueron derrotados al caer en pozos de asfalto en el valle de Sidón.
También
los indígenas de la época precolombina en América conocían y usaban el
petróleo, que les servía de impermeabilizante para embarcaciones.
Sin
embargo, antes de la segunda mitad del siglo XVIII las aplicaciones que se le
daban al petróleo eran muy pocas.
Fue el
coronel Edwin L. Drake quien perforó el primer pozo petrolero del mundo en
1859, en Estados Unidos, logrando extraer petróleo de una profundidad de 21
metros.
También
fue Drake quien ayudó a crear un mercado para el petróleo al lograr separar la erosiona
del mismo. Este producto sustituyó al aceite de ballena empleado en aquella
época como combustible en las lámparas, cuyo consumo estaba provocando la
desaparición de estos animales.
Pero no
fue sino hasta 1895, con la aparición de los primeros automóviles, que se
necesitó la gasolina, ese nuevo combustible que en los años posteriores se
consumiría en grandes cantidades. En vísperas de la primera Guerra Mundial,
antes de 1914, ya existían en el mundo más de un millón de vehículos que usaban
gasolina.
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